John Huston, el cineasta de la aventura según todos sus seguidores, culminó el trazado más aventurero de su obra con “El hombre que pudo reinar”, monumental e íntima adaptación de un relato breve de Rudyard Kipling. Sus protagonistas tuvieron muchos rostros, imaginados por el director durante treinta años. Extrañas pero sustanciosas parejas formadas por Humphery Bogart y Spencer Tracy, por el mismo Bogart y Clark Gable, por unos Paul Newman y Robert Redford recien salidos de “El golpe”, Huston debió perder la cuenta. Al final encontró a sus héroes más queridos bajo las británicas formas de Sean Connery y Michael Caine. Kipling salió ganando y Huston dio en la diana.
“Yo leo a Kipling desde que era niño. Me sé metros de sus aleluyas. Si empiezas la primera línea de un verso de Kipling puedes apostar con toda seguridad que yo puedo recitar el resto del poema. Estudié un glosario de Kipling en lugar de álgebra y aprendí términos utilizados por Kipling que eran característicos de la India o de la Inglaterra de su tiempo”, escribía Huston en su autobiografía “An Open Book” (“A libro abierto, Espasa Calpe). Casi de forma malsana el director de “Moby Dick” se había ido convirtiendo con el paso del tiempo en devorador, estudioso y defensor de la poesía de Kipling. Y su relato sobre dos aventureros expulsados del ejército que desean ser reyes de la misteriosa Kafiristán le había atrapado, le había hecho perder el sueño.
Tan en serio se tomó el asunto el director, que decidió irse a la India con su amigo Felix Preston. La excusa: una cacería de tigres en las faldas del Himalaya. Finalizada la contienda con las fieras rayadas, Huston resolvió viajar por toda la India y sus países fronterizos. El largo periplo le llevó a visitar el palacio del Maharajá de Jaipur, las miserables calles de Calcuta, la ciudad de Cochim – donde Huston confesó haber visto un hombre aquejado de la monstruosa enfermedad conocida como elefantiasis -, los bulliciosos terrenos de Katmandú, desplazándose finalmente hasta el belicoso país de Afganistán, donde el realizador aprendió a valorar la vida, la muerte, el crimen y las leyes de una forma distinta, diametralmente distinta.
Fue allá por 1973 cuando Huston se fue con su inquebrantable y fiel Gladys Hill a Cuernavaca, e ignoro si a base de mezcal u otros trallazos etílicos, le dio la forma definitiva al guión, sirviéndose de los trabajos previos de sus colaboradores y ampliando cuantiosamente el esqueleto del cuento original de no más de treinta páginas de extensión.
Uno de los grandes y más hermosos aciertos de la película es la nada forzada intromisión del propio Kipling en el trazado argumental. Huston coloca al escritor al principio y al final de la película. Es un periodista eficiente que se convierte en testigo de excepción de un pacto, de una idea romántica, de una aventura, quizá de la última gran aventura: “Sígame mirando, así no se escapará mi alma” le dice el irreconocible Peachy a Kipling a su regreso de la utopía.
La cotizable Edith Head diseñó el vestuario. El más discutible Maurice Jarre hizo la música. El gran operador Oswald Morris –el mismo que superpuso color y blanco y negro en “Moby Dick”, el mismo que evocó los colores de Lautrec en “Moulin Rouge”- se encargó de la fotografía. Y fue Trauner, al que Bertrand Tavernier definió como “un hombre que parece haber nacido con el cine”, quien creó para Huston solemnes templos, estancias reales, parajes angostos, cuevas repletas de de oro y zafiros, respetando las descripciones de Kipling y las interpretaciones Hustonianas.
En definitiva “El hombre que pudo reinar” (¡ y tanto que reinó, vive Dios!) posee un sentido de la aventura, una libertad expresiva, una poesía vital y un respeto vivencial que hubieran hecho feliz a Kipling desde lo más profundo de sus tierras vírgenes.
De la muy famosa pareja de protagonistas se puede hablar largo y tendido. Como ya es sabido, Sean Connery se dio a conocer allá por 1962 interpretando a James Bond en la primera película de la saga, 007 contra el Dr. No. Posteriormente dio vida al personaje de Ian Fleming en otras cinco ocasiones (Desde Rusia con amor, James Bond contra Goldfinger, Operación Trueno , Diamantes para la eternidad y Nunca digas nunca jamás). Además de en esta serie, cabe destacar sus apariciones en títulos como Marnie la ladrona, Robin y Marian, El nombre de la rosa, Los intocables de Elliot Ness (por la cual recibió el Oscar el mejor actor secundario en 1987) o Indiana Jones y la última cruzada. En cuanto a Michael Caine, debuta en 1956, aunque no es hasta diez años más tarde que no triunfa con Alfie. Tras ella, vendrán papeles en películas como La huella, Vestida para matar, Educando a Rita, Lío en Río, Hannah y sus hermanas (Oscar al mejor secundario en 1986), Sangre y vino o la reciente Las normas de la casa de la sidra (por la que ha recibido su segunda estatuilla, también como mejor secundario en 1999).El director, John Huston, uno de los más grandes que ha dado Hollywood, se dio a conocer en 1941 con El halcón maltés. En 1948 recibió su único Oscar por El tesoro de Sierra Madre. Después, siguió deleitándonos con títulos como La jungla de asfalto, Cayo Largo, La Reina de África, Moby Dick, Vidas rebeldes, Moulin Rouge o Dublineses.
4 comentarios:
¿Qué se puede decir de esta película que ya no esté dicho? Recuerdo la primera vez que la ví (aproximadamente por 1981) en el Colegio Salesiano por la festividad de San Juan Bosco (Patrono del Cine Español). En la ahora denominada Sala Centenario existía una cámara de proyección de cine, y fue allí donde descubrí mi pasión cinematográdica. Películas como Ivanhoe, o El hombre que pudo reinar (aunque tal vez más correcto sería, "El hombre que fue rey") con sus colores vivos o sombras marcarón mi imaginación infantil, permitiendo descubrir otros mundos más alla de la realidad cotidiana, mundos donde uno podía ser un caballero, aventurero, o cualquier otro personaje, y descubrir sitios desconocidos.
AMISTAD, CAMARADERÍA, AVENTURAS, EL SUEÑO DE SER REY (¿quién no ha soñado o pensado alguna vez de joven algo similar?), UNA BELLISIMA MUJER (de la cual se enamoró Michael Cainne, y es su esposa), LOS MARAVILLOSOS PAISAJES DEL NORTE DE MARRUECOS (la Cordillera del Atlas) Y TODO ELLO ENLAZADO POR LOS HILOS DEL DESTINO.
OBRA MAESTRA.
La verdad es que la he visto varias veces y siempre me ha gustado, pero esta película es de esas que no me dejará tranquilo hasta que la pueda ver en pantalla grande. Disfrutar de esos paisajes y esa fotografía en una sala de cine tiene que ser fantástico. Y es que yo no estudié en el Colegio Salesiano, aunque en el Gran Capitán vimos todas las de Parchís, eso sí.
yo ésta no la he visto, pero uno de los tipos de la carátula (el del bigote de motero no, el otro) es el padre de Austin Powers.
Por cierto, ya se por cual razón penseé que la reunión forajida era este finde pasado (en la carta pone 7 de septiembre, donde debería poner octubre).
Lamentablemente no podré acudir, pues tenía ya cerrada la visita a un excompañero de piso y gran colega mamonil a su ciudad, donde por cierto celebran la feria del jamón (aunque yo soy musulmán y no me gusta el jamón).
saludos!
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Todos a chirona!
Salud!
Bel.
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