lunes, octubre 30, 2006

Capitanes intrépidos - Casa del Inca - 29/04/1999


Un niño rico y mimado viaja en un transatlántico cuando cae por la borda al mar. Un marinero portugués de un pesquero, un hombre pobre y de buen corazón, lo salva de morir ahogado y lo sube a bordo de la embarcación. Sin embargo, la temporada de pesca aún está lejos de su final y el pequeño debe permanecer en el barco junto con la tripulación, aprendiendo a ganarse la vida y a valorar las cosas sencillas e importantes de la misma.
La película es una historia de aventuras atípica, producto de una adaptación simplista de una novela de Rudyard Kipling, que es toda una parábola moral. Cuenta con un espectacular reparto y fue nominada a cuatro Oscars: mejor película, mejor actor protagonista, mejor guión y mejor edición.
De éstas nominaciones, sólo Spencer Tracy ganó la estatuilla por su papel del marinero portugués. Curiosamente, el actor estuvo a punto de no aceptar este trabajo porque veía imposible llegar a imitar el acento portugués de su personaje (algo de lo que no se puede disfrutar en la versión doblada). Especializado en este tipo de personajes bonachones, humildes y sencillos, Tracy fue en su niñez expulsado de quince colegios por su carácter rebelde, pero sufrió un cambio tan radical en la escuela superior, que incluso pensó en hacerse sacerdote. Al año siguiente volvió a colaborar con Mickey Rooney en Forja de hombres, que le supuso su segundo y último Oscar.
Del resto del reparto, Freddie Bartholomew se hizo famoso con este papel de niño rico. Mickey Rooney era toda una estrella juvenil de Hollywood, que junto a Tracy trabajó en varias películas parecidas en cuanto a su mensaje moralizador. Por último, Lionel Barrymore y John Carradine eran dos de los galanes míticos del cine de la época, junto a John Gilbert, un tanto venidos a menos por la aparición del sonoro y sus excesos con el alcohol.
Del director, destacar que era todo un especialista en películas de aventuras con héroe, de las cuales rodó varias junto a gente como Douglas Fairbanks o Clark Gable. Se caracterizó por saber sacar buenas interpretaciones de sus actores y realizar películas sólidas, pero de puro entretenimiento. Su consagración llegó con Lo que el viento se llevó.

viernes, octubre 27, 2006

Estrenos del fin de semana

Infiltrados. Vuelta a la gran pantalla de Martin Scorsese de la mano de un enorme plantel de actores. Leonardo di Caprio, Matt Damon, Marc Whalberg, Jack Nicholson, Alec Baldwin o Martin Sheen son los protagonistas de este drama policiaco. La policía de Boston inflitra a un joven agente dentro de la principal banda de crimen organizado de la ciudad. A la misma vez, la mafia también tiene a un alto cargo policial trabajando para ellos. Ambas organizaciones descubren que tienen un topo y se disponen a desenmascararlo.
Scoop. Última película de Woody Allen, de nuevo con Scarlett Johanson como su musa en esta comedia romántica en la que da vida a una estudiante de periodismo que se lanza a investigar a un asesino en serie, aristócrata británico del que comienza a enamorarse, con la ayuda del fantasma de un reportero y de un ilusionista entrado en años.
Amigos con dinero. Jennifer Aniston encabeza el reparto de este drama con toques cómicos sobre cuatro mujeres que se enfrentan a los cambios que implica en su vida y en su mente la madurez.
El farsante. Comedia de los hermanos Farrelly sobre un hombre común y corriente que se hace pasar por disminuido psíquico para conseguir dinero participando en los Juegos Paralímpicos.
Ellos. Cine de terror desde Francia. Una joven pareja que vive en una casa en medio del bosque descubre que son espiados y acechados.
Va a ser que nadie es perfecto. Comedia española con Fernando Tejero, Santi Millán y la aparición del ex estrella del porno Nacho Vidal. Un extraño grupo formado por un sordo, un ciego y un cojo se embarcan en una despedida de soltero que acabará cambiando sus vidas.
Siempre Habana. Pepe Sancho protagoniza esta comedia coral de enredo en torno a una herencia a caballo entre Cuba y Galicia y un grupo de mentirosos dispuestos a quedarse con ella.
El corral, una fiesta muy bestia. Comedia de animación para los más pequeños de la casa. Los animales de una granja convierten ésta en toda una divertida fiesta en cuanto desaparece el granjero, comportándose como los seres humanos.

martes, octubre 24, 2006

La momia - Casa del Inca - 13/01/2000

A principio de los años veinte una expedición de arqueólogos del Museo Británico descubre un sarcófago con una momia en su interior y un misterioso cofre junto a ella. Éste tiene una terrible maldición escrita en sus paredes, que caerá sobre aquellos que cometan el sacrilegio de abrirlo. Uno de los miembros de la expedición, desoyendo la advertencia, provocará que despierte y vuelva a la vida la momia del sarcófago tras extraer del cofre un pergamino con inscripciones y leerlas.

Uno de los filmes clásicos que la Universal hizo en el género de terror, junto a otros tan famosos como Frankestein, Drácula, El hombre lobo,... El argumento nos mezcla la fascinación que existía en la época por el Antiguo Egipto, sus faraones, tumbas, momias y maldiciones con los rasgos más característicos de la novela de terror romántica del siglo XIX. Así, la película se puede considerar también como una historia de amor, la del sacerdote que comete todo tipo de sacrilegios y desafía a los dioses por no perder a su amada, y que revivirá al cabo de los siglos para volver a encontrarla en un nuevo mundo. Para lograr su objetivo, no reparará en pasar por encima de todo aquel que se entrometa y se interponga, haciendo uso de su poder sobrenatural. Una trama muy parecida a la original de otro gran mito como es Drácula, en la novela homónima escrita por Bram Stoker.

A pesar de lo anterior, el personaje de La Momia queda un tanto desposeído en la película de ese carácter romántico, más propio del siglo XIX, y se le da un aspecto psicológico más siniestro y aterrador. Su única meta es conseguir su objetivo, y, si para ello ha de hacer el mal, no habrá nada que lo redima y se lo impida, ni tan siquiera el amor que lo ha mantenido en su estado maldito a través de los años.

Vista desde la perspectiva y la estética de hoy en día, la película produce poco miedo. Los efectos en que se basaba el director para obtener sensaciones de terror entre el público han quedado por completo obsoletos con el paso del tiempo y los avances de la técnica y de los efectos especiales en el cine. No obstante, aún así permanece siempre una sensación de intranquilidad y ligera congoja. Además, lo que los años no han hecho perder en absoluto al film, sino más bien al contrario, es su glamour; esa atmósfera y esa sensación de algo bien hecho que sólo los clásicos poseen y que los engrandece aún más con el tiempo. Algo que está en el ambiente, en cómo se rodó y montó la película, que nos hace acordarnos de otros clásicos de la época tan dispares como Tarzán de los monos o King-Kong; sabemos que tienen algo en común, a pesar de ser tan poco parecidos sus argumentos y de no coincidir el director ni tan siquiera la productora.

El artífice de la aparición de esta serie de películas de terror en la primera mitad de la década de los treinta fue Carl Laemme, dueño y fundador de la Universal, alemán de origen y que retomó estas historias del romanticismo y el neogótico literario, junto con la estética expresionista del cine alemán de los años veinte (creadores del género de terror en la gran pantalla). Estos dos factores, unidos a la visión comercial de Hollywood, hicieron posible la llegada al gran público y el enorme éxito de este tipo de películas. Para ello, se rodeó de directores como James Whale o Karl Freund, y consagró como grandes estrellas a Lon Chaney, Bela Lugosi o Boris Karloff.

De hecho, el principal atractivo en torno al cual se produjo este film fue el carisma y la fama de su protagonista. Actor británico de enorme formación teatral, trabajó en muchas películas mudas en roles de malo, debido a su rostro característico, ideal para esos papeles. Sin embargo, con la llegada del cine sonoro, su voz educada en los escenarios fue toda una ventaja. En 1931 consiguió su primer éxito con El código criminal. También ese año fue cuando dio su salto a la fama y al Olimpo de las estrellas al ser elegido por James Whale para protagonizar Frankestein, un papel que había sido rechazado por Bela Lugosi. Ambos formaron durante esta década el más formidable dúo macabro de la historia del cine, a pesar de que los dos actores casi no podían verse. Juntos llegaron a interpretar El gato negro, película basada en la novela del mismo nombre de Edgar Allan Poe.

Karloff también hizo papeles secundarios en otros géneros. Destacan sus intervenciones en La última ronda, de John Ford, como fanático religioso; su interpretación de sí mismo en Targets; o su aparición en Scarface, el terror del hampa, de Howard Hawks. También consiguió grandes éxitos en Broadway con Arsénico por compasión (1941) y como el Capitán Garfio en Peter Pan (1950).Del director, Karl Freund, decir que destacó principalmente como director de fotografía, siendo uno de los más destacados del cine americano. Fue galardonado con un Oscar por su trabajo en La buena tierra, en 1937.

domingo, octubre 22, 2006

El club de los poetas muertos - Casa del Inca - 16/10/2001

Otoño de 1959. Comienza un nuevo año lectivo en la Academia Welton, una escuela aislada y tradicional situada en las tranquilas montañas de Vermont. Este año siete estudiantes conocerán a un profesor cuyas ideas sobre la vida les inspiran para emprender la búsqueda de sus pasiones individuales, para explorar nuevos horizontes y descubrir la agitación de un mundo más allá del estricto plan de estudios de Welton. Desafiando a las autoridades escolares y a los severos padres de los alumnos, el profesor John Keating será para ellos alguien más que un simple instructor. Será la inspiración que haga de sus vidas algo extraordinario.

Este artículo considera como elemento esencial de la película la poesía, como signo y símbolo de un cambio en la manera de pensar, de sentir, de vivir. Éste se puede producir a cualquier edad por decisión propia o inducida, o se puede no descubrir nunca. Cuando hablamos de este cambio nos preguntamos: ¿es necesario?, ¿en todos ha de ocurrir?, ¿debe ser esta situación fundamental en la vida de una persona? y ¿por qué consideramos que se tiene que dar?

El profesor Sr. Keating, en la película de Peter Weir, dice a sus alumnos: “No leemos y escribimos poesía porque es bonita. Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana y la raza humana está llena de pasión. La poesía, la belleza, el romanticismo y el amor son las cosas que nos mantienen vivos”.

Cuando la película hace coincidir poesía y vida asistimos a lo que verdaderamente importa a mi parecer. La elección de la poesía como eje vertebrador de los acontecimientos y descubrimientos constituye su clave y su principal aportación como propuesta creativa. Es la vida, la de los jóvenes de Welton, la que compromete al maestro, a Keating, que no concibe transmitir los conocimientos a la manera tradicional, sino que innova para provocar en ellos, como grupo, e individualmente, como sujetos, una reflexión sobre el momento mismo que están viviendo y llevarla a efecto no sólo en el presente, sino en todos los presentes que se han de suceder en sus vidas. Lo que pretende es que la educación y el aprendizaje no se circunscriban al momento concreto de la academia, sino que, desde ésta, se proyecten como sabiduría sostenedora del resto de la vida en un crecimiento y enriquecimiento continuo.

A mi juicio, todo el mensaje de la película se contiene en el fragmento del aforismo que se cita del poeta latino Horacio: Carpe diem, carpe horam, que según recordamos continúa fugit irreparabile tempus; y la frase “Haced que vuestra vida sea extraordinaria”, del profesor. El lector se puede preguntar por qué la poesía y estas dos máximas son las que considero fundamentales. En primer lugar, porque los sentimientos más profundos del ser humano sólo se pueden entender si se logra entender la poesía, habida cuenta de que, si hacemos que ésta se convierta en uno de los puntales de nuestra propia cultura, obtendremos un entendimiento esencial de aquélla, acaso el más alto entendimiento vital.

No obliga el Sr. Keating a sus alumnos a que sean poetas, es decir, a que se dediquen a la tarea de componer poemas, verso a verso, sino que los insta a reunirse en la gruta, en torno a un libro de poemas, como los del “Club de los poetas muertos”, que fundara con otros cómplices de Welton. Tal fue el vuelo que siguieron para eludir, elevándose además, la Intuición, pero con un orden; por eso censura al alumno que desvela el misterio del Club diciéndole: “Hay un momento para el valor y otro para la prudencia”.Esta película no es para verla y pensar, con nostalgia, que, algún día, todos tuvimos sueños y vivimos el carpe diem, en el sentido de hacer lo que quisimos, sino que desde esta perspectiva, donde la poesía se convierte en detonante de los pensamientos, podemos conocernos a nosotros mismos, nuestras pasiones y decepciones, nuestros dramas y alegrías, nuestros amores y desencantos y, desde una lectura de la frase de Horacio, hacer de los sueños proyectos de hoy y vivirlos con sustancia, “extrayendo todo el meollo a la vida” para no llegar a la muerte sabiendo que no se ha vivido.

viernes, octubre 20, 2006

Estrenos del fin de semana

La dalia negra.
Dirigida por Brian de Palma y protagonizada por Scarlett Johansson, Josh Harnett y Hillary Swank. Teje una historia de obsesión, amor, corrupción, avaricia y depravación alrededor de la verdadera historia del brutal asesinato de una actriz novata que conmocionó y fascinó a Estados Unidos en 1947 y que aún permanece sin resolver. Dos detectives ex boxeadores –Lee Blanchard (Aaron Eckhart) y Bucky Bleichert (Josh Hartnett)– son los encargados de investigar la muerte de la ambiciosa Betty Ann Short (Mia Kirshner), actriz de películas de serie B conocida como La Dalia Negra, en un ataque tan espeluznante que se prohibió la publicación de las imágenes del asesinato. Mientras la creciente preocupación de Blanchard por la investigación pone en peligro su relación con Kay (Scarlett Johansson), su compañero Bleichert se siente atraído por la enigmática Madeleine Linscott (Hilary Swank), perteneciente a una de las familias más destacadas de la ciudad que por casualidad tiene un vínculo sospechoso con la víctima.
Hijos de los hombres.
La Tierra, año 2027. La esperanza de futuro es un recurso que escasea. Hace 19 años que nació el último niño. Ante este inexplicable fenómeno, la raza humana empieza a perder toda esperanza. En una Gran Bretaña militarista y totalitaria, sin embargo, aparece una joven refugiada embarazada. Los miembros de una ilegal organización para la defensa de los derechos humanos deberán protegerla.
Wicker man.
Nicholas Cage da vida a un agente de tráfico obsesionado con la muerte de una mujer y su hija en un accidente. Su antigua prometida le da la oportunidad de redimirse con la búsqueda de su hija, desaparecida en una extraña, misteriosa e inquietante isla.
Copying Beethoven.
Drama musical ambientado en los últimos días del compositor alemán. Su lucha contra la sordera, la soledad y los traumas familiares le servirán de inspiración para su novena sinfonía. De la directora Agniezska Holland y protagonizada por Ed Harris.
Pequeña Miss Sunshine.
Comedia de carretera sobre una familia americana que rompe cualquier molde. La película presenta a una de las familias más desestructuradas de la historia reciente del cine: los Hoover, cuyo viaje a un concurso de belleza preadolescente no sólo provoca un cómico caos, sino también muerte y transformación, echando un conmovedor vistazo a las sorprendentes recompensas de ser un perdedor dentro de una cultura obsesionada con la victoria. Aclamada en el Festival de Sundance.
La prueba del crimen.
Thriller de acción protagonizado por un adorable padre de familia que trabaja para la mafia italoamericana. Su vida se complica cuando pierde el arma de un crimen que debería haber hecho desaparecer y guardó como garantía contra sus jefes.
Una mirada a la oscuridad.
Plantel de lujo para esta película de acción, fantasía y semi-animación sobre la drogodependencia en el mundo moderno en la que aparecen Keanu Reeves, Robert Downey Jr., Woody Harrelson o Winona Ryder.
Yo soy la Juani.
Comedia urbana del director catalán Bigas Luna. Se trata de un retrato de los jóvenes que viven en la periferia de las ciudades, diferentes, divertidos, con ganas de cambiar el mundo, que crean tendencias pero algo perdidos entres sus ambiciones, sueños, pasiones y traiciones.

miércoles, octubre 18, 2006

Recomendaciones: Hijos de los hombres

Viernes 20 de octubre de 2006.
Cines de toda España.
La Tierra, año 2027. La esperanza de futuro es un recurso que escasea. Hace 19 años que nació el último niño. Ante este inexplicable fenómeno, la raza humana empieza a perder toda esperanza. La mayoría de la gente acepta lo inevitable y se deja caer hacia el separatismo y nihilismo carentes de leyes, otros luchan por defender un planeta unido y los derechos de la decreciente población. Gran Bretaña, mediante una política militar imperialista, es el único país que ha conseguido acallar las luchas internas, pero a cambio debe soportar la continua llegada de inmigrantes ilegales a sus costas. Sin embargo, haciendo gala de una política dura y totalitaria, los refugiados son internados en campos y deportados. Nada de todo esto parece importarle a Theo (Clive Owen), un hombre en estado de parálisis emocional.
El antiguo activista convertido a burócrata se protege contra los recuerdos de un doloroso pasado y la realidad de un futuro sin sentido intentando no sentir nada. Los únicos hitos de su monótona vida son las visitas que realiza a su viejo amigo Jasper (Michael Caine). Pero todo esto cambia de repente cuando le llevan a ver a Julian (Julianne Moore). La mujer, que fue su compañera sentimental y de armas, lidera una organización ilegal que defiende los derechos de los refugiados. Julian sólo reaparece para pedirle un favor a Theo, que consiga papeles para que Kee (Clare-Hope Ashitey), una joven perteneciente a su organización, pueda salir del país sin problemas. Theo acepta, por Julian y también porque cobrará 5.000 libras. Debe acompañar a Kee y a un puñado de compañeros de Julian en un complicado viaje hasta llegar a la costa. Cuando lleguen, los miembros del casi mítico Proyecto Humano, a través del que las mentes más brillantes del mundo se esfuerzan en formar una nueva sociedad, les ayudarán. Pero cuando unos terroristas atacan al grupo, queda claro que Kee es mucho más que una refugiada; de hecho sus compañeros están dispuestos a morir por ella.
Dirección: Alfonso Cuarón. Países: Reino Unido y USA. Año: 2006.Duración: 109 min. Género: Thriller, ciencia-ficción. Interpretación: Clive Owen (Theo), Julianne Moore (Julian), Michael Caine (Jasper), Chiwetel Ejiofor (Luke), Charlie Hunnam (Patric), Claire-Hope Ashitey (Kee). Guión: Alfonso Cuarón, Timothy J. Sexton, David Arata, Mark Fergus y Hank Ostby; basado en la novela "Children of men" de P.D. James. Producción: Marc Abraham, Eric Newman, Hilary Shor, Tony Smith e Iain Smith. Música: John Tavener. Fotografía: Emmanuel Lubezki. Montaje: Alex Rodríguez y Alfonso Cuarón. Diseño de producción: Jim Clay y Geoffrey Kirkland. Vestuario: Jany Temime.

lunes, octubre 16, 2006

La guerra de las galaxias - Casa del Inca - 29/09/1999

En un tiempo futuro, un pequeño grupo de opositores lucha contra el poder del Imperio, el cual quiere imponer su tiranía en toda la galaxia. Encabezando a esa resistencia se encuentra la princesa Leia Organa, ayudada por dos robots, C3PO y R2D2. A los rebeldes se unen una serie de personajes: un joven granjero, llamado Luke Skywalker; Han Solo, un piloto solitario y mercenario, acompañado por su copiloto, Chewbacca, una combinación de gorila y humano, a bordo ambos del Halcón milenario; y Obi-Wan Kenobi, el último miembro vivo de los caballeros Jedi, una congregación de guerreros místicos que antaño se opuso al poder del Imperio en un enfrentamiento entre el bien y el mal, entre el poder de la fuerza y su reverso tenebroso. Entre todos intentarán acabar con las fuerzas del Imperio, encabezadas por el malvado Darth Vader, una especie de seguidor del lado oscuro de la fuerza. Para ello disponen de los planos de La estrella de la muerte, el arma más mortífera y formidable de las tropas imperiales, capaz de destruir un planeta.
Película clave en el cine actual. Con ella se revoluciona no sólo el género de la ciencia-ficción, sino que la industria cinematográfica se mete de lleno en el mundo de los efectos especiales.
George Lucas crea un universo lleno de personajes y lugares peculiares, y alrededor de ellos inventa toda una mitología en forma de caballeros Jedi y de lado oscuro de la fuerza y sus servidores.
A pesar de toda esta parafernalia, de sus efectos visuales y sonoros, del desarrollo de la acción en un futuro galáctico, o de la imaginería creada, la película es una muestra del típico cine de aventuras de toda la vida; un clásico en toda regla, con referencias a muchas de las grandes obras de ese género.
Así, la historia nos presenta la lucha entre el bien y el mal; entre unos buenos y unos malos claramente diferenciados. Por un lado está Luke Skywalker, el caballero medieval libre de mácula, a la busca de su particular Grial en forma de fuerza que en todo está presente. Para guiarlo aparece el maestro, el nuevo Merlín, el caballero Jedi Obi-Wan Kenobi, que lo introduce en un mundo místico y esotérico; en esa Orden de los caballeros Jedi que tanto se asemeja a la famosa Orden de los caballeros de la Tabla Redonda. No puede faltar, obviamente, la chica, la princesa, como en cualquier clásico de aventuras; es para salvar a ella que se organiza todo, y a través de ella se acaba salvando al universo. También al bando de los buenos se unirá el tipo solitario y hecho a sí mismo, que siempre hizo todo para su propio beneficio y sin sentimentalismos, hasta que encuentra la causa y la chica adecuadas, al igual que tantos cowboys en otros tantos westerns. Añadamos a esto los personajes secundarios y simpáticos, que dan el tono de humor como en cualquier película de aventuras o de Disney, caso de los dos robots o Chewbacca.
Del otro lado, los malos. El todopoderoso y no presente emperador, guía de esos seres perversos e impulsor de ese reverso tenebroso; el poder en la sombra. Junto a él, su mano derecha, su presencia física; Darth Vader, el caballero culto que decidió escoger el lado oscuro, a pesar de haber podido elegir el bien. Sin embargo, como si de un moderno ángel caído se tratara, prefiere el mal; o sea, no seguir los convencionalismos de la fuerza, que hace a todos mejores, pero también iguales y clónicos. Demasiado aburrido para él.
Remuévase este cóctel y súmensele batallas aéreas, luchas de espadas y persecuciones, y tenemos un clásico del cine de aventuras. Eso sí, para conseguirlo hizo falta crear y desarrollar todo un universo también en Hollywood: los efectos especiales, la empresa Industrial Light & Magic, los sistemas de sonido Dolby y THX.
Una película en la que la Fox no confió demasiado, a la que concedió un bajo presupuesto y para la cual Geoge Lucas trabajó a cambio de “sólo” un porcentaje de la taquilla y los beneficios del merchandising, algo inhabitual en la época y que lo convirtió en millonario. Tras el rodaje de ella, Lucas se dedicó a la producción, continuando con la trilogía galáctica o inventando el personaje de Indiana Jones junto a Steven Spielberg. No ha sido hasta La amenaza fantasma que ha vuelto a dirigir para la gran pantalla (anteriormente lo hizo en televisión con Las aventuras del joven Indiana Jones).Para los tres protagonistas de la saga, ésta supuso el salto a la fama. En los casos de Carrie Fisher y Mark Hamill, no fueron capaces de sobrellevarla y sus carreras cayeron en picado. La primera se sigue ganando la vida como guionista de éxito, mientras el segundo ha conseguido recuperarse de su adicción a las drogas y el alcohol. En cuanto a Harrison Ford, a partir de La guerra de las galaxias inició su particular camino hacia el éxito, que le ha llevado a ser uno de los actores más prestigiosos de Hollywood.

miércoles, octubre 11, 2006

En un lugar solitario - Casa del Inca - 03/10/2000

Dixon Steele es un conflictivo guionista de Hollywood que apenas cree en nada, sólo en sí mismo, encerrado en su ego, como una cárcel que le impide ver a los demás, hasta que una mujer le hace mantener nuevas ilusiones, que se verán destrozadas por su propia violencia, una violencia que tiene tanto que ver con su temperamento como con una visión excesivamente subjetiva del mundo.



En un lugar solitario, que Bogart produjo y que Nicholas Ray dirigió espléndidamente dejándose la piel y más de un rasgo autobiográfico en ella, sin dejar de ser una película negra, es, sobre todo, una de esas estupendas historias que Hollywood, en el pasado, ha contado sobre sus propias miserias: sobre las miserias y grandezas de la industria del cine, sobre su gente. Un film que está perfectamente dialogado y en el que no sólo se disecciona con cierta crueldad el mundo del cine, sino que se hace una reflexión sobre el papel que el guionista desempeña en todo ese tinglado. Un guionista que se ve obligado a extraer una buena historia de novelas insignificantes, que agentes y productores le obligan a leer.

Dixon Steele, nuestro antihéroe, es un guionista buscador de oro que aborrece vender su alma al diablo por acercarse a los demás, padecer la peor de las oscuridades conocidas, la soledad plural, la concurrida. La soledad de no cruzarse nunca una mirada que le haga soportar que todo sea tan torpe, tan vulgar; unos ojos que duden, como los suyos, más del bien que del mal. Vive el amor con furia, con dolor, con vasto pesimismo, y con poquita esperanza de triunfar en la calma, en la serenidad que tanto cuesta y tanto desespera al llegar, por no ser, como todo, como uno desearía que fuera. Y es que la calma es pausa, es silencio, es la capacidad de atrapar el momento y mirar dentro, por si estás. Escuchar con los ojos abiertos, parar, y no siempre hay ganas de probar suerte fuera del infierno. El ruido y el desorden nos protegen de la verdad y el miedo, nos aturden, nos tapan los ojos con las dos manos pare poder cruzar. Dixon tiene su paso, sus miradas, su calma, deseo de escapar. Desarraigado y siempre atento, su sensibilidad le hace filtrar cualquier error. La violencia es sólo una manera de demostrar su rabia contra actitudes deshonestas, un camino mal visto de regañar al prójimo por su torpeza, pero que para él no es más que una reacción incontrolada e incapaz de llegar al final. Compatible con gestos de grandeza y generosidad con los más débiles, fracasados, vagabundos, mujeres rotas por dentro o por fuera... Ternura y sensibilidad que a veces se transforma en ganas de matar, precisamente por comprender al débil y detestar al que confunde fortaleza y vulgaridad.

El guionista Dixon Steele de En un lugar solitario está siempre presente, ocupa una gran parte de la narración, pero es entrevisto, atisbado, acosado por la mirada de los demás. Se trata de un retrato, pero más de una personalidad que de un destino ejemplar condicionado por factores externos. Bogart parece adoptar desde el inicio esa máscara que le va a convertir en espectáculo ante los demás, una máscara que levantará ante nosotros en varias ocasiones, pero que no le servirá para abrirse al mundo. Quizás se comprenda mejor a sí mismo, pero sigue siendo un hombre incapaz de comprender sus relaciones con los demás, de adaptarse al mundo; por lo menos, de comprender sus límites y de establecer un compromiso entre su temperamento y los demás.

Pocas veces el encuentro de una persona con todo el poder, como Humphrey Bogart tenía a finales de los años cuarenta, significó tanto para alguien como para Nicholas Ray. Sus dos primeras películas, a pesar de la fuerza y belleza de Los amantes de la noche (1948) y Un secreto de mujer (1949), tuvieron una tibia acogida por parte del público y de la crítica americanos. Es posible que Ray hubiera salido con el tiempo del estrecho círculo de la serie B. Pero fue su encuentro con Bogart, personaje con el que le unían tantos caracteres comunes, y, sobre todo, un temperamento apasionado y anticonvencional de primer grado, lo que decidió su carrera. Asociados, hicieron dos películas de éxito que, además, llamaron la atención de la crítica: Llamada a cualquier puerta (1949) y En un lugar solitario (1950). Esta colaboración con una de las más grandes estrellas de aquel momento le permitió arraigarse en la profesión, aunque nunca tuviera fácil su continuidad y los problemas con los productores se sucedieron una y otra vez, y en pocas ocasiones gozó de los medios y la libertad necesarios, hasta convertirle en un cineasta maldito, admirado y respetado en Europa, pero nunca considerado en América, hasta que se convirtió en un mito. A ello contribuyeron títulos de la calidad de Nacida para el mal (1950), Infierno en las nubes (1951), Johnny Guitar (1954), Rebelde sin causa (1955), Más poderoso que la vida (1956), Amarga victoria (1957), Chicago, años 30 (1958), Rey de reyes (1961) o 55 días en Pekín (1963), y actores del renombre de Joan Fontaine, Robert Ryan, John Wayne, Susan Hayward, Robert Mitchum, Joan Crawford, Sterling Hayden, James Cagney, James Dean, Natalie Wood, James Mason, Walter Matthau, Richard Burton, Robert Taylor, Anthony Quinn, Charlton Heston, Ava Gardner o David Niven, además de los mencionados Humphrey Bogart y Gloria Grahame.

De Bogart poco hace falta decir. Es un actor de sobra conocido, de los más míticos que Hollywood nos ha dejado. Especializado en papeles secundarios en películas de gángsters, su carrera cambió de forma radical tras protagonizar Casablanca. A partir de ahí, se convirtió en una de las estrellas más cotizadas. En 1951 la industria del cine reconoció su labor con el Oscar al mejor actor por su interpretación en La reina de África. Más desconocida es Gloria Grahame, una de las mejores y más polifacéticas actrices que ha habido en el Séptimo Arte. Casi siempre en papeles secundarios, destacan en su filmografía películas como Cautivos del mal (1952), por la que recibió un Oscar, o Los sobornados (1953).

domingo, octubre 08, 2006

Ben Hur - Casa del Inca - 23/03/2000


Dos antiguos e íntimos amigos de la infancia, Judá Ben-Hur y Mesala, se vuelven a encontrar después de largos años. El primero es un príncipe judío, fiel a su propia patria y a la amistad, pacifista y tradicional. El segundo llega desde Roma convertido en tribuno y con una concepción distinta del mundo: el Imperio y su ambición están por encima de cualquier otra cosa, y no dudará en anteponer su amistad y acusar de traición a Ben-Hur con tal de lograr ascender y obtener mayor prestigio político. Judá es injustamente condenado a galeras y su familia encerrada en prisión, comenzando a partir de ahí la epopeya del protagonista en pos de su venganza, a la vez que va descubriendo una nueva doctrina que emerge en Palestina: el cristianismo.
Una de las mayores superproducciones de la historia del cine, producida por Sam Zimbalist para la Metro Goldwyn Mayer y basada en la novela del General Lew Wallace. Ganó 11 Oscar, todo un récord sólo igualado hasta ahora por Titanic.. La escena de la carrera de cuádrigas es uno de los momentos cumbre en la historia del Séptimo Arte, que supuso ella sola tres meses de rodaje. Además de ésta, existen otras escenas fastuosas y memorables, que supusieron todo un reto técnico y artístico para el equipo del film, como la batalla naval en la que participa la galera donde Ben-Hur está preso.

La película entera desprende fastuosidad, majestuosidad, suntuosidad y nos deja ese sentimiento de estar presenciando uno de esos espectáculos más grandes que la vida misma, que sólo el cine es capaz de regalarnos de cuando en cuando. De hecho, en su rodaje en los estudios romanos de Cinecittá participaron trescientos setenta y cinco intérpretes y más de cincuenta mil extras.

Acorde con esta grandiosidad encontramos también la música de Miklos Rosza, todo un especialista en componer para películas de esta época. No sabemos si en tiempos del Imperio Romano existirían este tipo de fanfarrias y composiciones, pero lo que sí está claro es que, para nosotros, cuando los antiguos romanos hacían sonar su música, ésta debía de hacerlo como la del compositor húngaro.

Recordar también que ya en 1925 fue rodada otra versión de Ben-Hur, dirigida por Fred Niblo, protagonizada por Ramón Novarro y producida por el gran Irving Thalberg, y que, al igual que en esta que nos ocupa, supuso todo un despliegue de medios y de dólares, que significó el lanzamiento hacia la cima de la industria de Hollywood del recién creado estudio Metro Goldwyn Mayer.

Aparte de toda esta megalomanía presente en la película, el argumento nos cuenta cómo la amistad de la infancia que mantenían Ben-Hur y Mesala se ve rota por la ambición de éste, y cómo el protagonista cambia sus ideas pacíficas y no violentas por el afán de conseguir un solo propósito: lograr su venganza. Un sentimiento que es el que le hace seguir aferrándose a la vida y soportar y superar todas las penalidades que se le van presentando. Algo que no le dejará pensar en nada más, y que no le dejará vivir tranquilo, lleno de ira y odio como está. Pero, al final de la historia, el malo verá cómo sus actos son castigados, mientras que nuestro protagonista será redimido tras conocer a Jesucristo y quedar su alma en calma. Toda una moraleja con el trasfondo de la dominación romana de Palestina y el nacionalismo judío, para mayor gloria de los estudios Metro Goldwyn Mayer, en un alarde de medios, de conocimientos técnicos y artísticos, y desarrollo interpretativo.

El encargado de llevar todo esto a cabo fue el director de origen alemán William Wyler, todo un profesional de los estudios, sobrio y eficaz, especialista en realizar adaptaciones de novelas para la gran pantalla y, sobre todo, un todoterreno capaz de rodar cualquier cosa que le mandaran con una enorme calidad. Entre su filmografía destacan títulos como Jezabel (1938), Cumbres borrascosas (1939), La carta (1940), La loba (1941), La heredera (1949), La señora Miniver (1942), Los mejores años de nuestra vida (1946), Vacaciones en Roma (1953), Cómo robar un millón (1966), Horizontes de grandeza (1958), La calumnia (1962), Horas desesperadas (1955), Brigada 21 (1951), Funny girl (1968) o Ben-Hur (1959). Recibió tres Oscar a lo largo de su carrera, por su dirección en La señora Miniver, Los mejores años de nuestra vida y Ben-Hur. Además, fue un grandísimo director de actores y actrices; trece estatuillas a la mejor interpretación fueron ganadas en películas rodadas por él, y un total de treinta y siete Oscar fueron a parar a filmes que él realizó. Como podemos comprobar, William Wyler ha sido uno de los más grandes realizadores que el cine ha dado, y uno de los más premiados por Hollywood.No podemos olvidarnos del actor que dio vida al protagonista, a Judá Ben-Hur, Charlton Heston: el intérprete por excelencia de héroes épicos en las superproducciones de Hollywood en los 50. Es en 1954 cuando empieza a destacar tras su papel en Cuando ruge la marabunta. Pero es en 1956, y de la mano de Cecil B. De Mille, cuando alcanza el estrellato interpretando a Moisés en Los diez mandamientos, un trabajo que marcó durante años sus personajes. En esta línea se sitúa Ben-Hur (1959), El Cid (1961), El señor de la guerra (1965) o El planeta de los simios (1967). Ya en los 70, los cambios en la industria y en los gustos del público hicieron que las grandes catástrofes se convirtieran en los filmes de gran presupuesto, y la imagen de luchador del actor casó perfectamente con el género. Entre 1972 y 1978 formó parte del reparto de clásicos como Terremoto, Aeropuerto 1975, Alerta roja: Neptuno hundido y Pánico en el estadio.

miércoles, octubre 04, 2006

¡Bienvenido, Mister Marshall! - Casa del Inca - 14/01/1999

Al pueblo castellano de Villar del Río llega la noticia de la venida de los americanos, dispuestos a dejar una sustanciosa ayuda monetaria. Para no defraudar a los visitantes, sus habitantes deciden transformar su localidad en un típico pueblo andaluz, y dar la imagen que esperan de España: flamenco, peineta y toros.
Obra maestra de nuestro cine, que triunfó tanto en España como en el extranjero. La comprensión humana, la ternura y la sencillez que observamos en ella evidencian una formación moral impecable y una juventud sabia e inteligente por parte de los responsables.
El cariño y gentileza con que nos son abiertas desde un principio las puertas de Villar del Río, sin prescindir de un orgullo tan nacional, hacen de la obra algo de documento universal y válido sobre España, el pueblo español y la forma como éste sabe enfrentarse con ciertos fenómenos sociales o políticos de la actualidad.
Destaca el anarquismo de ideas de cada uno, típicamente castellano y que permite una vida colectiva más fácil e integrable, donde se respeta al individuo y se estima la dignidad de cada cual.La película encara sonrientemente la opinión que tiene Villar del Río de un fenómeno político-social coetáneo, el plan Marshall. Esa crítica tan natural va implícita en las actitudes y en los comentarios cotidianos del pueblo. Por otro lado, queda la sátira comprensiva y benevolente frente al falso españolismo de los extranjeros que simplifican la personalidad de los españoles con el tópico, presente en la transformación de un pueblo castellano en típica localidad andaluza.

domingo, octubre 01, 2006

El hombre que pudo reinar - Casa del Inca - 06/04/2000



John Huston, el cineasta de la aventura según todos sus seguidores, culminó el trazado más aventurero de su obra con “El hombre que pudo reinar”, monumental e íntima adaptación de un relato breve de Rudyard Kipling. Sus protagonistas tuvieron muchos rostros, imaginados por el director durante treinta años. Extrañas pero sustanciosas parejas formadas por Humphery Bogart y Spencer Tracy, por el mismo Bogart y Clark Gable, por unos Paul Newman y Robert Redford recien salidos de “El golpe”, Huston debió perder la cuenta. Al final encontró a sus héroes más queridos bajo las británicas formas de Sean Connery y Michael Caine. Kipling salió ganando y Huston dio en la diana.

“Yo leo a Kipling desde que era niño. Me sé metros de sus aleluyas. Si empiezas la primera línea de un verso de Kipling puedes apostar con toda seguridad que yo puedo recitar el resto del poema. Estudié un glosario de Kipling en lugar de álgebra y aprendí términos utilizados por Kipling que eran característicos de la India o de la Inglaterra de su tiempo”, escribía Huston en su autobiografía “An Open Book” (“A libro abierto, Espasa Calpe). Casi de forma malsana el director de “Moby Dick” se había ido convirtiendo con el paso del tiempo en devorador, estudioso y defensor de la poesía de Kipling. Y su relato sobre dos aventureros expulsados del ejército que desean ser reyes de la misteriosa Kafiristán le había atrapado, le había hecho perder el sueño.
Tan en serio se tomó el asunto el director, que decidió irse a la India con su amigo Felix Preston. La excusa: una cacería de tigres en las faldas del Himalaya. Finalizada la contienda con las fieras rayadas, Huston resolvió viajar por toda la India y sus países fronterizos. El largo periplo le llevó a visitar el palacio del Maharajá de Jaipur, las miserables calles de Calcuta, la ciudad de Cochim – donde Huston confesó haber visto un hombre aquejado de la monstruosa enfermedad conocida como elefantiasis -, los bulliciosos terrenos de Katmandú, desplazándose finalmente hasta el belicoso país de Afganistán, donde el realizador aprendió a valorar la vida, la muerte, el crimen y las leyes de una forma distinta, diametralmente distinta.
Fue allá por 1973 cuando Huston se fue con su inquebrantable y fiel Gladys Hill a Cuernavaca, e ignoro si a base de mezcal u otros trallazos etílicos, le dio la forma definitiva al guión, sirviéndose de los trabajos previos de sus colaboradores y ampliando cuantiosamente el esqueleto del cuento original de no más de treinta páginas de extensión.

Uno de los grandes y más hermosos aciertos de la película es la nada forzada intromisión del propio Kipling en el trazado argumental. Huston coloca al escritor al principio y al final de la película. Es un periodista eficiente que se convierte en testigo de excepción de un pacto, de una idea romántica, de una aventura, quizá de la última gran aventura: “Sígame mirando, así no se escapará mi alma” le dice el irreconocible Peachy a Kipling a su regreso de la utopía.
La cotizable Edith Head diseñó el vestuario. El más discutible Maurice Jarre hizo la música. El gran operador Oswald Morris –el mismo que superpuso color y blanco y negro en “Moby Dick”, el mismo que evocó los colores de Lautrec en “Moulin Rouge”- se encargó de la fotografía. Y fue Trauner, al que Bertrand Tavernier definió como “un hombre que parece haber nacido con el cine”, quien creó para Huston solemnes templos, estancias reales, parajes angostos, cuevas repletas de de oro y zafiros, respetando las descripciones de Kipling y las interpretaciones Hustonianas.
En definitiva “El hombre que pudo reinar” (¡ y tanto que reinó, vive Dios!) posee un sentido de la aventura, una libertad expresiva, una poesía vital y un respeto vivencial que hubieran hecho feliz a Kipling desde lo más profundo de sus tierras vírgenes.
De la muy famosa pareja de protagonistas se puede hablar largo y tendido. Como ya es sabido, Sean Connery se dio a conocer allá por 1962 interpretando a James Bond en la primera película de la saga, 007 contra el Dr. No. Posteriormente dio vida al personaje de Ian Fleming en otras cinco ocasiones (Desde Rusia con amor, James Bond contra Goldfinger, Operación Trueno , Diamantes para la eternidad y Nunca digas nunca jamás). Además de en esta serie, cabe destacar sus apariciones en títulos como Marnie la ladrona, Robin y Marian, El nombre de la rosa, Los intocables de Elliot Ness (por la cual recibió el Oscar el mejor actor secundario en 1987) o Indiana Jones y la última cruzada. En cuanto a Michael Caine, debuta en 1956, aunque no es hasta diez años más tarde que no triunfa con Alfie. Tras ella, vendrán papeles en películas como La huella, Vestida para matar, Educando a Rita, Lío en Río, Hannah y sus hermanas (Oscar al mejor secundario en 1986), Sangre y vino o la reciente Las normas de la casa de la sidra (por la que ha recibido su segunda estatuilla, también como mejor secundario en 1999).El director, John Huston, uno de los más grandes que ha dado Hollywood, se dio a conocer en 1941 con El halcón maltés. En 1948 recibió su único Oscar por El tesoro de Sierra Madre. Después, siguió deleitándonos con títulos como La jungla de asfalto, Cayo Largo, La Reina de África, Moby Dick, Vidas rebeldes, Moulin Rouge o Dublineses.